martes, 26 de agosto de 2008

PARA 4º AÑO










Para afianzar los conceptos desarrollados sobre Renacimiento y Barroco, les sugiero que observen detenidamente las imágenes correspondientes a obras pictóricas de ambos períodos, y cotejen con las características trabajadas en clase.







ROMANTICISMO


Caracteres principales del romanticismo literario.
Como rasgos principalmente destacables de la corriente del romanticismo en la literatura - y, en su medida, en otras artes - cabe mencionar:
El individualismo subjetivista - que, a partir de postular la libre expresión del sentimiento, se trasmuta en una percepción de la realidad concretada en términos de aceptación o rechazo - más generalmente de rechazo - puramente en función de la forma en que coincida o no con la propia subjetividad.
Este subjetivismo se expresa a través de la recurrencia de temas tales como el sentido de frustración vital, del amor no correspondido, de la soledad, la tristeza, la nostalgia, la melancolía y la desesperación.
La exasperación del individualismo se resuelve a menudo en una contrastación con la sociedad, frente a cuyas reglas frecuentemente denostadas como “moral burguesa”, se asume una actitud de rebeldía irracional, calificándola de mediocre e insensible a partir de una generalización que la personifica; y de cuyos componentes se escogen para exponerlos - a veces embelleciéndolos moralmente o exaltándolos como producto de la “maldad” social - a los sujetos más marginales y cuestionables, como los mendigos, los delincuentes, o los piratas.
El naturalismo - Existe por lo general una inclinación a invocar a la Naturaleza, a presentar la vida en un ambiente de comunión con una naturaleza no contaminada por el hombre, al gusto de encontrarse en lugares de ambiente rural, donde la serenidad idílica del ambiente es propicia a la exaltación de la característica melancolía romántica.
La visión dramática y sentimental de la naturaleza, lleva a que el propio paisaje se represente frecuentemente como un reflejo de los diversos estados de ánimo; sobre todo en la poesía.
El esoterismo - que se manifestó en no pocos casos como una actitud de trasfondo escapista de la realidad actual y local en la cual el artista no se siente cómodo; y de la cual se aleja en el tiempo situándose en remotos tiempos pasados, o en el espacio mediante la ubicación de los escenarios en lugares lejanos, del oriente, con fuertes componentes imaginarios y personajes rodeados de misterio.
Esta característica se manifiesta también mediante un escape de la realidad actual, por la incorporación de elementos abiertamente fantasiosos del tipo de los que aparecen en los célebres cuentos del dinamarqués Hans Christian Andersen, o de los Hermanos Grimm, y en los “Cuentos fantásticos” de E.T.A. Hoffmann, utilizados asimismo como motivo de un conocido poema musical.
El tradicionalismo - pautado por la nostalgia por el pasado tradicional; elemento generalmente asociado al componente nacionalista, que llevó a que se realizaran varias recopilaciones de antiguas canciones populares.
El interés por lo sobrenatural - La atracción por lo irracional y lo misterioso e inexplicable, que contrasta con el racionalismo; así como el recurrente tema de la muerte, la alusión a ruinas, cementerios, etc.
La exaltación del yo individual - Existe una marcado egocentrismo, una proyección sobre sí mismo, una tendencia a considerarse el centro de todas las cosas y el elegido de la inspiración.
El problema de la propia identidad - no solamente en el plano vinculado al nacionalismo y la identidad cultural, tradicional e idiomática; sino incluso en el plano psicológico, en el cual
aparecen reiteradamente temas como el del pacto con el diablo, e inclusive el desdoblamiento de la personalidad.


La idealización positiva o negativa de personajes y actitudes, los extremos: mujer ángel o mujer pasión (casi demoníaca).
La actitud estética - Al contrario del esmero formal que caracterizara al barroco en su objetivo de producir una obra de arte hermosa, elaborada y perfecta en sus formas, el romanticismo pone el acento en la espiritualidad del contenido; centra el objetivo de la obra de arte más en la persona del creador que en la creación misma.
A pesar de que en gran medida el romanticismo buscó purificar el instrumento idiomático como expresión de la identidad nacional, por otro lado se liberó fuertemente de las reglas rígidas estructurales de la versificación y en la estructura teatral de las tres “unidades” clásicas; y del mismo modo ocurrió con los instrumentos formales de otras formas artísticas, sea la música o la pintura. En general, la obra de arte fue estéticamente concebida como un instrumento para transmitir la interioridad personal del artista, más que como un objeto en sí misma.


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